jueves, 18 de octubre de 2012

Equipos de Alto… Resentimiento.


Juan José Lopera Sánchez.
La construcción de equipos de alto rendimiento, eficaces, productivos, que funcionen de manera armónica y coordinada y que sean capaces de superar los retos relacionales que la cotidianidad laboral les impone, es uno de los desafíos más grandes para las organizaciones modernas. 

Nadie escoge a su equipo de trabajo. Los equipos se comportan como organismos complejos y en extremo sensibles, casi caprichosos, con reglas implícitas de convivencia que es menester cuidar.  Mientras que por un lado los nutre la individualidad, la fuerza, el conocimiento, el ímpetu particular de las personas que los conforman, sólo adquieren operatividad y son capaces de obtener sus mayores logros en la medida en que esas individualidades puedan alinearse en torno a una visión compartida y reconocer, más allá de lo operativo, un vínculo profundamente humano.

Nuestras organizaciones y el planeta claman a gritos por una visión sistémica de la vida. Nuestras empresas necesitan que desde la construcción misma del plan de negocios, desde la inducción de los nuevos trabajadores, se reconozca la interdependencia como eje conceptual, como valor fundamental que enmarque y rija las relaciones y los procesos. Cuando la interdependencia es eje rector del quehacer organizacional, es más fácil sentirnos colaboradores, complementarios en nuestras diferencias, valiosos desde el talento individual y enfocarnos en las necesidades del equipo.  

¿Quién no ha notado el cambio de estilo de juego en nuestra selección de fútbol?  Se ha creado consciencia de equipo y los resultados no se han hecho esperar! Y no es que talentos individuales que sobresalen por derecho propio no sean necesarios.  Ningún equipo rechazaría a un Messi, a un Falcao… sin embargo, en soledad, no rinden lo mismo. Falcao, actual goleador de la liga española (tercero tras Messi y Ronaldo el año pasado), hasta hace poco, con nuestra selección, prácticamente no metía goles.  ¿De quién fue el cambio?  Del equipo.  ¿Qué cambió en el equipo?  La mentalidad.

Cuando llego a una empresa para acompañar equipos que se encuentran en situaciones de tensión profunda, los comunes denominadores, las causas subyacentes del malestar se pueden contar en los dedos de una mano.  Cuando me acerco a un equipo en estado de tensión, no me interesan los particulares.  Las conversaciones y eventos circunstanciales son, en cierta medida anecdóticos y su utilidad inicial es servir como válvula de escape.  Ayudan a configurar el mapa pero no son el territorio.

Mi trabajo se centra en construir encuentros desde la humanidad compartida, desde la semejanza:  ¿En qué nos parecemos?, ¿Qué es verdaderamente importante para cada uno? ¿En condiciones ideales, qué querríamos todos en el equipo y en la organización?  Desde allí, reconstruimos la historia del equipo con otra mirada, sanando el resentimiento y reconociendo las diferencias como verdaderos valores agregados que lo hacen más lleno de recursos y capacidades.  Lo específico lo dejo para más tarde y los eventos concretos los abordo una vez los cimientos del encuentro humano estén firmes.

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