sábado, 16 de junio de 2012

El Poder del Alineamiento.



                                                                   Juan Jose Lopera MD. 
Máster PNL, Coach Ontológico.
He aprendido que si estoy alineado con la organización, yo soy el primero que se beneficia.  (Reflexión de un empleado de Ecopetrol al final del taller El Poder de la Coherencia)
Cuando hablamos de visión compartida, de alineamiento sistémico, invariablemente hacemos énfasis en logros y resultados corporativos, en sinergias que se traducen en indicadores, en beneficios y en su impacto directo sobre el clima laboral, pero pasamos por alto lo que sucede al interior de la persona alineada.
Cada uno de nosotros, sin importar nuestro rol, sin importar que seamos gerentes, mandos medios u operarios, tenemos una estructura de valores, principios y creencias que nos sostiene y dicta qué esperamos de nosotros mismos y de los demás, qué nos permitimos hacer, cómo nos comportamos. 
Cada uno de nosotros busca sentido en lo que hace y entra en contradicción y sufre cuando no lo encuentra,  o cuando sus comportamientos no son coherentes, congruentes, cuando están en contradicción con lo que en lo más íntimo de nuestro ser es importante y esencial. 
Cuando un trabajador encuentra un propósito claro en su tarea diaria y reconoce que las cosas que para él son importantes (sus valores, sus sueños, su misión), se encuentran plasmados directa, indirecta o parcialmente en la misión, los valores y las acciones de responsabilidad social y medio ambiental que la empresa en la que trabaja profesa y realiza, encuentra de inmediato un sentido a lo que hace y su nivel de compromiso, la comprensión sistémica de su tarea cambian. 
Un trabajador alineado deja atrás la queja y el resentimiento.  Es proactivo y sensible.  Propone y concilia; tolera y acompaña la necesidad de maduración de nuevos modelos y procesos, cuida los recursos, hace bien su trabajo por convicción, no por miedo… ¡Pertenece!
Un estudio reciente publicado en los Estados Unidos reveló que en la actualidad, los profesionales jóvenes, recién egresados de las universidades, prefieren vincularse con empresas que tengan claros programas de responsabilidad social e impacto ambiental.  Las prefieren estando aún dispuestos a percibir salarios inferiores (10-12%) a los que obtendrían en otras empresas menos comprometidas con el planeta y la comunidad.  ¿Por qué?
Asistimos a un cambio de paradigma.  Queremos ser parte de la recuperación de nuestro ecosistema, de la reconstrucción social! La era  del capatazgo, de la motivación basada en el temor y la amenaza enfocada en la generación de riqueza económica como único indicador de éxito, está dando paso a un modelo en el que nos reconocemos todos co-constructores de la realidad, de la riqueza, de las condiciones del medio ambiente y de la sociedad.  
Este surgir de consciencia responsable es en parte, una respuesta a las amenazas provocadas por el calentamiento global y a la sensibilidad que cotidianamente despiertan las atroces imágenes de la desigualdad y el hambre asolando vastas regiones del planeta.  También refleja sin embargo, el proceso de sensibilización que ha producido lentamente en todos nosotros un nuevo modelo educativo que podríamos llamar sistémico y que enfoca nuestra atención en las conexiones, los vínculos y la interdependencia desde el estudio del mundo natural, los ecosistemas, las sociedades y los procesos como partes inseparables de un todo funcionante.
A nivel personal, como trabajador, si estoy alineado con esa percepción de la realidad, conmigo mismo y con mi empresa, ésta se convierte en escenario de expresión y construcción de mis sueños, de mi propósito, del sentido, la armonía, el bienestar, la pertenencia y de una motivación para el trabajo más poderosa, sólida y sensible que el dinero.