Es viernes 4p.m. suena el
teléfono. Una voz de mujer se
escucha:
-Buenas tardes, soy gerente de
gestión humana en una mediana empresa, me han recomendado muy bien su
trabajo. Necesito para el lunes en
la mañana una propuesta para un taller de 2 horas en fortalecimiento de equipo
y comunicación serán 62 personas; el taller es para el próximo martes a las 6
p.m…
-¿Me puede dar antecedentes del
equipo, perfiles, objetivos inmediatos y a mediano plazo del trabajo que se
realizará? Pregunto.
- Pues nada, lo que le digo, es
un grupo de gente que debe coordinar acciones, tienen grandes dificultades de
comunicación, resentimientos y muchas veces se encuentran en ciudades
diferentes. Queremos que eso
cambie.
- ¿Con una sola intervención de 2
horas? - Sí, no tenemos más
presupuesto…
Para un gerente de producción es
claro que las materias primas necesitan un proceso concreto que las convierte
en producto terminado; se elaboran, se ensamblan con otras, se someten a
pruebas y controles de calidad, se empacan, embellecen y
finalmente, se venden. Hay
un concierto de acciones concatenadas y complementarias que van depurando el
producto y preparándolo para la entrega.
¿Por qué es tan difícil
considerar que en el ser humana también se requieren procesos? Es cierto que algunas intervenciones
puntuales tienen un gran efecto en los grupos, lo llamamos motivación inicial,
efecto Alka Seltzer o efecto Luna de Miel. Luego del taller, movidos emocionalmente, los trabajadores
llegan al lugar de trabajo y, en realidad, hay un clima bastante mejor que dura,
a lo sumo … un par de días. Fácilmente,
sin embargo, vuelven a los esquemas de relaciones previos a la intervención y
surgen las mismas dificultades.
Este modelo es bien conocido en
las empresas y lo peor es que el afán por hacer, por realizar intervenciones,
muchas veces desarticuladas y sin una coherencia ni un alineamiento claro, nos
deja con una colcha de retazos que poco sirve.
¿Por qué? Porque no hay un
proceso de seguimiento, de anclaje profundo de los nuevos comportamientos. Porque se responde a un movimiento
emocional de motivación que no tiene continuidad.
El ser humano sostiene sus
comportamientos desde los hábitos y las costumbres, éstas, a su vez, se apoyan
en las creencias y los valores que definen su ser. Las creencias y los valores fundamentales de una persona,
sus costumbres, relaciones y cultura, tienen una fuerza muy importante que se
encarga de mantener dichos comportamientos y es allí desde donde se debe
comenzar para construir cultura.
Las intervenciones puntuales
tocan sólo la superficie, el dominio del hacer y si no se alimentan y acompañan
para que las raíces de los nuevos comportamientos lleguen hasta un nivel de
mayor profundidad, sus resultados serán efímeros y dejarán una clara sensación
de fracaso a mediano y largo plazo.
Además, cada equipo, cada empresa, cuenta con escenarios y necesidades
particulares que deben ser tenidas en cuenta en el diseño del programa. Un producto genérico no las cubre.
En desarrollo humano, el modelo
de enlatados, de Fast Food, no funciona.
Son recursos y tiempo perdidos.