lunes, 19 de diciembre de 2011

Crisis, el factor humano.


Crisis: El factor humano.

Juan José Lopera Sánchez

La gran oportunidad inherente a las crisis, es una renovación consciente de virtudes y valores básicos.
(STEPHAN SCHMIDHEINY,
FUNDES, Crisis y oportunidades; ed Viva, Chile, 2004).

En chino, la palabra crisis está compuesta por dos ideogramas que, leídos independientemente significan peligro y oportunidad. Toda crisis implica un riesgo; también una oportunidad privilegiada para el aprendizaje, para transformar estructuras obsoletas, ensayar soluciones nuevas, crecer individualmente y como organización, para renovar, conscientemente nuestra identidad, visión, dirección y propósito.

Las crisis son reveladoras en esencia, como las bajas mareas, nos permiten reconocer en dónde se encuentran los arrecifes normalmente ocultos por la pleamar de la abundancia y la prosperidad. Si sabemos dónde están y cómo son, sabremos cómo enfrentarlos, cómo navegar entre ellos.

Ante procesos de debilitamiento financiero, disminución de ventas, cambio abrupto en condiciones cambiarias o fiscales que afectan directamente la rentabilidad y hacen vulnerable a una organización, acudimos a consultorías técnicas o estratégicas, cuyas recomendaciones son a menudo enfocadas y útiles para reencauzar la gestión y recuperar la calma.

Sin embargo, PWC afirma en su web que: …más del 41% de los procesos de cambio organizacional fracasan …y el 90% de esos fracasos radica en la falta de integración del factor humano (CSC AMA Survey Index, MORI)…

Para un gerente responsable, esas cifras serían impensables. Sin embargo, se sigue invirtiendo en estos procesos sin tener en cuenta que quienes implementan los cambios y llevan el peso de las crisis, son seres humanos. Esto es fundamental: Ante la amenaza, nos volvemos ansiosos, defensivos, descuidados, agresivos, perdemos productividad, eficiencia y fuerza de convicción a la hora de vender. La presión psicológica y emocional que produce una crisis en los directivos y trabajadores de una empresa es innegable y sus efectos evidentes… Pero, ¿qué hacer a nivel humano?

Antes de la crisis:

- Invertir en la salud sistémica de la empresa fortaleciendo el sentido de pertenencia (Compromiso esencial), equidad (Retribución justa) y reconocimiento (Vínculo), a través de intervenciones que alinean trabajador y empresa en visión compartida.

- Participar a los empleados de los estados financieros de la empresa y de las estrategias generales, proyecciones y amenazas percibidas.

- Fortalecer los vínculos de afecto internos (Liderazgo sensible).

- Revisar constantemente modelos mentales y presuposiciones.

Durante la crisis:

- Transparencia.

- Involucrar a empleados de todos los niveles en ejercicios de lluvia de ideas y generación de compromisos. Reconocer su sabiduría y el valor de su experiencia.

- Generar espacios de acompañamiento grupal e individual (coaching, etc) que permitan expresar temores, preocupaciones y expectativas.

Después:

- Acompañar la resolución permitiendo los duelos requeridos y facilitando una lectura sistémica (aprendizaje) del proceso.

- Alinear los cambios implementados con las competencias blandas necesarias desde intervenciones ancladas en una consciencia de valores, visión y propósito renovada.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Crisis, ¿cuál crisis?.


Columna publicada en la revista Misión Pyme, Bogotá, Nov, 2011.

Crisis: del reconocimiento a la acción eficaz

Por Juan José Lopera, presidente de la firma consultora Disitraing

Reconocer que nuestra empresa u organización se encuentra en las etapas iniciales de un proceso de crisis es uno de los retos de consciencia gerencial más difíciles que existen. Más aún, detectar las amenazas tempranas latentes en la evolución de los mercados y en las transformaciones sociales y políticas de esta comunidad global del siglo XXI es extremadamente complejo pero necesario y vital.

No solo es complejo reconocerlas y dimensionarlas correctamente. Una vez reconocida la crisis, generalmente, nos lanzamos hacia una hiperactividad desordenada o, nos congelamos por el pánico, incapaces de gestionar nuestras reacciones emocionales.

Mucho antes de convertirse en la vedette internacional de la inteligencia emocional y sus aplicaciones en el mundo empresarial, Daniel Goleman escribía uno de los libros más importantes en el desarrollo de las capacidades de lectura profunda de sí mismo y del entorno y la consiguiente preparación para lo inesperado: El punto ciego, psicología del autoengaño (The blind spot: Vital lies, simple truths, touchstone, octubre 1986).

En él explora, en su lenguaje simple y directo, la forma en que los seres humanos deformamos la realidad que percibimos a partir de las creencias, los temores o las esperanzas que cargamos inconscientemente. Y es que somos ‘magos’ en proyectar lo que deseamos o en sobredimensionar lo que tememos y la implicación emocional directa, tan necesaria para sostener la motivación profunda y el conocimiento minucioso de la estructura de nuestro negocio, nos impide ver venir la avalancha.

¿Qué hacer? ¿Cómo evitar que las crisis nos tomen por sorpresa? ¿Cómo aprender a leer tempranamente las señales y avisos sistémicos y actuar en consecuencia? Si tuviéramos que resumir las competencias necesarias para este reconocimiento y la acción eficaz, tendríamos que remitirnos, además del conocimiento profundo del negocio, a niveles esenciales del ser humano que habita en cada gerente:

1. Autoconsciencia. Expresada en la capacidad de revisar y transformar los propios modelos mentales en respuesta a los retos de la realidad.

2. Capacidad de escucha inclusiva, reflexiva y activa. Ésta se expresa en la atención que se le da tanto a otros gerentes y jefes de equipo, como a operarios, trabajadores, clientes, proveedores y consultores externos. La información recogida se integra, procesa y articula en acciones más eficaces.

3. Cultura humana amplia. Está pasado de moda el modelo gerencial de ‘capatazgo’ pragmático enfocado en los retos inmediatos y basados en el miedo. El mundo ha cambiado y ahora sabemos que la inteligencia, sensibilidad y conocimiento técnico básico de todo líder, debe enriquecerse con una mirada amplia y comprehensiva de la realidad. Ello se traduce en recursividad y dirección en el momento de actuar.

4. Actualización. Gestión constante del conocimiento de los factores claves, técnicos y humanos, implicados en el negocio.

jueves, 15 de septiembre de 2011

El servicio centrado en el cliente.


Primeros pasos en desarrollo organizacional.

En octubre del año 1983 yo tenía 19 años (foto de la época), acababa de terminar el bloque teórico de Semiología Médica y me preparaba para ir por primera vez, como cachorro de terapeuta, al hospital universitario. Ya estaba preparado para auscultar un corazón, observar un fondo de ojo o tomar la presión arterial. Había sacado excelentes notas en el examen teórico y me sentía muy orgulloso por ello.

Nervioso y excitado como todos mis compañeros, repasaba obsesivamente las notas de clase y practicaba con ellos los procedimientos diagnósticos aprendidos pero me había olvidado de lo más importante, de la razón de ser de la excelencia en las maniobras diagnósticas: ¡la persona, el paciente! y ni siquiera me daba cuenta de ello (mis compañeros tampoco…).

En ese primer contacto experimenté uno de los shocks más grandes de mi formación. De repente, me encontré con una persona enferma, asustada, cansada de su posición, de la comida, del aislamiento, impotente ante la falta de explicaciones y la sensación de no estar implicado en su propio proceso de curación… y, ¡No sabía qué decirle!

Tamaña frustración: En ese momento, no me servía para nada el conocimiento teórico de las maniobras diagnósticas. No me servía ni para esconder mi ignorancia de la interacción humana, mi sensación de pánico, de insuficiencia…

Me puse muy nervioso; con dedos fríos, húmedos y temblorosos intenté encontrar un débil pulso que huía de mis pulpejos. Acerqué el estetoscopio y no me dí cuenta de que lo tenía en la posición de escucha bloqueada y… no oía nada. Al final, impacientes y frustrados ambos, paciente y yo, nos despedimos tímidamente quedando en el aire una sensación de profunda impotencia compartida.

Estaba muy conmovido y cuestionado (cuestionar y cuestionarme han sido deportes favoritos durante mi vida). Reconocí que en la ecuación de la relación Médico-Paciente, yo, el médico, era el responsable del cambio y llegué a la facultad pidiendo cita inmediata con el decano. Tardó unos días. Mientras tanto, aproveché mi uniforme y tarjeta de identificación y volví, en mi tiempo libre, al hospital y me puse a conversar con el mismo paciente que intenté examinar sin éxito…

Fue una conversación deliciosa. Me habló de su familia, de sus temores, de sus preguntas frente a su enfermedad, de cosas que no funcionaban en el servicio hospitalario y que las enfermeras no notaban… Yo le abrí mi humanidad también y le conté de la motivación fundamental que me animaba y, en fin, ¡creamos un vínculo! y me permitió, encantado, practicar de nuevo el examen clínico, consciente de su contribución directa a la formación de un nuevo médico que ayudaría a otros. Ya no me temblaban los dedos.

Cuando llegué donde el decano le conté la historia y le dije: Necesitamos una aproximación humana al paciente antes de tener la cabeza demasiado ocupada con los conocimientos técnicos. Necesitamos reconocer que es una persona humana. Él recibió con gusto la idea pero, lo que yo no esperaba fue que a renglón seguido me dijera: Juan José, encárguese usted de armar y dirigir ese programa, la universidad no puede pagar a alguien externo, además, usted tuvo la idea…

Seis meses más tarde yo recibía una vez por semana en un salón del hospital a los alumnos de tercer semestre que hacían el programa de Aproximación humana al paciente. Allí les daba una charla introductoria que cubría aspectos vitales en la comunicación y la construcción de empatía y en el reconocimiento de las condiciones que hacían del paciente hospitalizado, una persona particularmente sensible y necesitada de atención. Luego ellos partían y estaban una hora con los pacientes asignados en entrevista individual. Regresaban y poníamos en común experiencias, vivencias, inquietudes y aprendizajes.

Unos meses más tarde, en una conversación espontánea, la enfermera jefe del servicio en el que realizábamos el programa me decía: Sabes Juan José, desde que los estudiantes van a hablar con los pacientes así, a nosotras se nos ha disminuido una buena parte del trabajo que era generado por la ansiedad de los pacientes. Se quejan menos, entienden más fácilmente que algunas cosas requieren tiempo y, nos tratan mejor. Las enfermeras de mi equipo están más relajadas y es más eficiente el uso de su tiempo. Realmente yo no esperaba que esto fuera a suceder.

Yo tampoco lo esperaba… las acciones simples realizadas en puntos sensibles y estratégicos (puntos de palanca, punto de Arquímedes), pueden transformar un sistema en muy corto tiempo y generar inesperados beneficios…

En ese ejercicio de adolescente idealista estaba la semilla de mi vocación profesional actual y la certeza de los enormes beneficios de las acciones que en las organizaciones, integran las necesidades humanas con las técnicas.

Juan José Lopera, 2011.

jueves, 16 de junio de 2011

El factor humano en la empresa moderna (2).


El Metamodelo[1] de Disitraining.

a. Postulados básicos: Metamodelo Organizacional Disitraining.

- Las empresas y organizaciones son conformadas por seres humanos.

- Los seres humanos que conforman las empresas y organiza

ciones son más que sus habilidades, talentos, competencias y conocimientos: Tienen emociones, creencias, sentido de propósito de vida y, en muchos casos, un sentido de trascendencia que son fundamentales en el momento de considerarlos de una manera integral.

- Las emociones, creencias y sentido de propósito y trascendencia, son los intangibles más valiosos (y, hasta ahora, más descuidados), con los que cu

entan las organizaciones y empresas. Máximos generadores de valor.

- Tener en cuenta esos intangibles y realizar acciones concretas para cuidarlos al interior de las empresas y organizaciones genera valor y bienestar en todos los niveles operativos y técnicos de la organización.

- Sólo este tipo de trabajo a profundidad genera cambios organizacionales sostenibles.

- El alineamiento de los valores, las creencias, el sentido, el propósito y la trascendencia corporativos con los de los empleados de la organización se convierte en el elemento generador de motivación más poderoso que existe.

- Los clientes de las empresas y organizaciones son seres humanos.

- El tener en cuenta las emociones, creencias, sentido de propósito y de trascendencia de los clientes, abre puertas importantísimas a la hora de

diseñar productos y servicios que satisfagan las necesidades allí generadas. Se genera así un arco de actividad en el que el producto es un puente entre dos colectivos de seres humanos, un servicio que vincula.

b. Una visión evolutiva de la transformación organizacional.

El Metamodelo de Disitraining propone una visión integral del ser humano.

Curiosamente, la evolución del concepto básico de

empresa y del lugar que en ella ocupan los seres humanos, ha seguido los pasos de la evolución antropológica de los homínidos[2] a la manera insinuada por la siguiente ilustración.


Primate - H. Erectus. - H. Habilis. – H. Sapiens. – H. S. Sapiens. – H. Sistémicus*






* Los nombres sobre los dibujos no son antropológica

mente precisos, son ilustrativos.

Hubo un largo período de la historia (y del quehacer económico), en el cual muchas personas, aún consideradas sin alma por las culturas dominantes que los conquistaban, eran esclavizados y sometidos a trabajar a su servicio, sin ningún tipo de opción o libertad. Para efectos prácticos era considerado como un primate al servicio de sus señores y alimentarlos o cuidar de su salud, no pasaban de ser acciones enfocadas a mantener su rendimiento y productividad.

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Posteriormente, el ser humano, artesano, agricultor, trabajador industrial incipiente, poseía ya un alma humana y era valorado por capataces y señores gracias a sus destrezas manuales de manera casi exclusiva (Henry Ford requiriendo manos, sólo manos), en nuestra metáfora, reconociendo su ascenso evolutivo hasta el nivel de Homo Habilis.

Aquí entramos en el nivel de competencias, talentos, habilidades, comportamientos, conductas, capacidad productiva; el factor humanizador por excelencia desde el punto de vista evolutivo ha sido el uso del lenguaje y la capacidad de transformar el entorno a partir de las habilidades manuales, del uso de herramientas. Sin embargo, en la empresa de los tiempos de la revolución industrial, no hay mucho interés en ese cerebro (de nuevo Ford), que viene indefectiblemente unido a su Hábilis operario de cadenas de producción masiva.

Posteriormente, llega un momento en la historia en el que se reconoce la importancia de los conocimientos, de la formación; se habla de expertise, de experiencia, de know how, en fin, se incorpora la gestión del conocimiento como aspecto fundamental en la estructura organizacional y se le valora especialmente en los procesos técnicos y estratégicos. En este punto reconocemos en ese ser humano hábil, un ser humano pensante, un Homo Sapiens. En ese momento histórico florece la sociedad del conocimiento aplicado a la industria y a la empresa.

Hasta allí todo iba muy bien: Un mundo perfecto[3], racional, lógico y concreto. Un mundo en el que 2+2 son 4, en el que instrucciones claras producen (deberían producir) resultados exitosos… ¿Quién iba a pensar que muy pronto se iban a dar cuenta las grandes corporaciones de que el factor emocional, hasta entonces despreciado y relegado al simple lugar de incomodidad obligatoria, sería el factor decisivo a la hora de funcionar como organización, como grupo?

El 90% del fracaso en los programas de cambio organizacional depende del factor humano[4]!!! Aún en los fríos e intelectualizados procesos de toma de decisiones conocidos (Expert System ES y Desition Support System DSS), encontramos que el factor emocional juega un papel central[5].

Es así como en este momento de la historia, a nuestro Homo Sapiens se le reconoce poseedor de emociones, de corazón y florecen como brezos de llanura en primavera las aproximaciones emocionales al factor humano: La inteligencia emocional (EQ)[6] en todas sus formas y subformas inunda el mercado del desarrollo humano.

Ese factor emocional que crea vínculos, motivación, aversiones y dificultades se convierte en el centro de atención.

En nuestro modelo equiparamos este descubrimiento del factor emocional y de su importancia en las organizaciones, con el paso evolutivo hacia esa subespecie, postulada actualmente: El Homo Sapiens Sapiens.

En este momento, la mirada de gerentes y presidentes, miembros de junta directiva, reconoce que sus trabajadores tienen, cuerpos, mentes y emociones y, al menos desde una perspectiva utilitarista (si están contentos producen más), deciden invertir en el bienestar emocional de la misma manera que decidieron invertir en formación y capacitación previamente.

Sin embargo allí no se detiene nuestro proceso de descubrimiento de este ser humano que trabaja en nuestras organizaciones y empresas.

El ser humano moderno, motivado por los evidentes impactos producidos por catástrofes medioambientales que suceden y amenazan por doquier, ha reconocido que pertenece a un macrosistema, que sus acciones tienen efectos globales y no evidentes espacio-temporalmente de manera inmediata, que hace parte de una red de influencias múltiples con sensibilidades no aparentes… en fin, el hombre del siglo XXI es un Homo Sistémico que lucha por reencontrar el sentido y el propósito de su vida y redefine sus aspectos íntimos y trascendentes desde los nuevos y revolucionarios paradigmas científicos neo-cuánticos y ecologistas[7],[8],[9],[10]. La interdependencia (Vínculo Esencial) es su leit-motiv.

Aun en la actualidad, sólo muy pocas empresas y organizaciones, escasas y muy contadas consultorías y escuelas enfocadas al desarrollo humano consideran importantes estos aspectos sistémicos y trascendentes en su aproximación a los retos de negocio y en las implicaciones del factor humano en el interior de la empresa. La mayoría llega hasta el factor emocional y allí se queda.


[1] Metamodelo: Neologismo compuesto por Meta: que va más allá y, modelo. En términos prácticos: Mapa conceptual de estructura profunda.

[2]http://www.sepiensa.org.mx/contenidos/historia_mundo/prehist/paleolitico/evol_humn/evoluman.htm

[3] Huxley, A., Brave new World, Harper Perennial, 2006.

[4] http://www.pwc.com/co/es/administracion-del-cambio-organizacional

[5] http://www.rij.eng.uerj.br/scientific/2009/sp094-02.pdf

[6] Goleman, D., Emotional Intelligence, Bantam, New York, 1997.

[7] Capra, F., El tao de la física, Sirio, Barcelona, 1996.

[8] Capra, F., La trama de la vida, Anagrama, Barcelona, 1998.

[9] Capra, F., Las conexiones ocultas, Anagrama, Barcelona, 2003.

[10] Wilber, K., El proyecto Atman, Kairós, Barcelona, 1996.

Metamodelo Disitraining (2)

Postulados básicos.

Juan José Lopera Sánchez

M.D., Coach, Máster PNL.

- Las empresas y organizaciones son conformadas por seres humanos.

- Los seres humanos que conforman las empresas y organizaciones son más que sus habilidades, talentos, competencias y conocimientos: Tienen emociones, creencias, sentido de propósito de vida y, en muchos casos, un sentido de trascendencia que son fundamentales en el momento de considerarlos de una manera integral.

- Las emociones, creencias y sentido de propósito y trascendencia, son los intangibles más valiosos (y, hasta ahora, más descuidados), con los que cuentan las organizaciones y empresas. Son los máximos generadores de valor.

- Tener en cuenta esos intangibles y realizar acciones concretas para cuidarlos al interior de las empresas y organizaciones genera valor y bienestar en todos los niveles operativos y técnicos de la organización.

- Sólo este tipo de trabajo a profundidad genera cambios organizacionales sostenibles.

- El alineamiento de los valores, las creencias, el sentido, el propósito y la trascendencia corporativos con los de los empleados de la organización se convierte en el elemento generador de motivación más poderoso que existe.

- Los clientes de las empresas y organizaciones son seres humanos.

- El tener en cuenta las emociones, creencias, sentido de propósito y de trascendencia de los clientes, abre puertas importantísimas a la hora de diseñar productos y servicios que satisfagan las necesidades allí generadas. Se genera así un arco de actividad en el que el producto es un puente entre dos colectivos de seres humanos, un servicio que vincula.

El factor humano en la empresa moderna (1).

Juan José Lopera Sánchez,

M.D., Coach, Máster PNL.

Esta serie de artículos tiene el propósito de establecer un marco conceptual y filosófico para la estructura interna de Disitraining e ilustrar la orientación práctica y la efectividad de los procesos de desarrollo humano y organizacional propuestos por Disitraining.


1. ¿Humano, demasiado humano[1] para ser estandarizado?.

a. ¿Cómo se han hecho hasta ahora las cosas?


Las últimas 2 décadas han estado marcadas por una verdadera explosión de técnicas y metodologías orientadas al desarrollo humano y organizacional con resultados muy variables e inestables a mediano y largo plazo.
Las últimas décadas han sido las décadas del Coaching, del Liderazgo, del Desarrollo y la Cultura Organizacional.

A pesar de tanto entusiasmo y explosión, según el reputado CSC Index/AMA Survey, y el Market & Opinión Research International, citados por Price, Waterhouse and Coopers en su web,[2] al menos: el 41% de los proyectos de cambio organizacional fallan y de los que tienen éxito, sólo la mitad cumple las expectativas de la gerencia. El 90% de los factores de fracaso tienen que ver con el factor humano: Un sondeo realizado por Price, Waterhouse and Coopers en conjunto con MORI (Market & Opinión Research International) a finales de los 90s encontró que 9 de las 10 barreras al cambio están relacionadas con las personas.

Cualquiera pensaría que para los grandes gerentes y directores, un índice de fracaso del 41% para procesos en los que las grandes compañías y organizaciones invierten millones de dólares anualmente, pagando consultores y facilitadores entre 200 y 2000 USD por hora, sería, a todas luces, inadmisible. Dinero tirado al cesto de la basura.

Además de preguntarse ¿por qué es tan alto el índice de fracaso a mediano y largo plazo?, es menester resolver el misterio ¿por qué siguen las compañías invirtiendo en estos modelos de cuestionada eficacia?, y, evidentemente, como propósito final de esta serie, ¿cómo canalizar ese interés hacia acciones efectivas (Metamodelo Disitraining)?.

b. ¿Por qué es tan alto el índice de fracaso?

La orientación de la mayoría de los facilitadores y de los cursos de formación en psicología organizacional ofrecidos por muchas universidades, es conductista y sustentada en la aplicación de tests psicométricos que despersonalizan las intervenciones y convierten el cambio en simples indicadores de comportamiento manejables estadísticamente.

Con esto se consigue una pretendida objetividad científica y se logra convencer de su eficacia a gerentes y socios, acostumbrados al frío lenguaje de las cifras, los indicadores económicos y los índices de mercado; gerentes apasionados, con justa razón, con medir concretamente resultados y rentabilidades.

Pero el factor humano no es un número, un indicador estadístico, es por ello que, al tener en cuenta exclusivamente el comportamiento convertido en indicador, se pierde la dimensión verdadera de lo que nos hace precisamente seres humanos: Los imponderables, los intangibles las motivaciones esenciales, los vínculos sistémicos, el propósito, el sentido de nuestras vidas, el alma.


No es azar, sin embargo, que justo estas dos últimas décadas hayan contado con premios Nobel en economía que han sido reconocidos precisamente por resaltar el capital humano y sus imponderables, dentro y fuera de las organizaciones y a nivel macroeconómico: Manfred Max-Neef
[3] (Nobel Alternativo en economía en 1983), Gary Becker[4] (Nóbel en economía en 1992), Daniel Kahneman[5] (Nóbel en 2002; además, remarcable, es psicólogo), Ellinor Ostrom[6] (Nóbel en 2009), son algunos de los ejemplos más importantes.

Esta cosificación del factor humano no sólo no es nueva sino que es perfectamente explicable si se tiene en cuenta la evolución del pensamiento psico-bio-antropológico que la ha acompañado y las necesidades de autojustificación de una cultura económica de producción en masa. Henry Ford lo expresaba maravillosamente[7]: ¿Por qué siempre que pido un par de manos vienen con un cerebro pegado a ellas?...

El conductismo moderno[8] se basa en el análisis experimental del comportamiento y pretende que éste, debe ser una disciplina puramente biológica y química en su esencia. Considera, con razón, el comportamiento humano como el aspecto visible y medible pero descarta, en contraste con la psicología profunda (Freud, Jung, etc), la psicología transpersonal y la sistémica, la necesidad de incluir en su análisis los aspectos abstractos de la mente.

Es interesante notar que el conductismo elabora conclusiones extrapoladas a los seres humanos y construye muchos de sus principios a partir de experimentos relacionados con el estudio de los reflejos y los condicionamientos realizados con animales por Pavlov[9] (perros) y por el mismo Skinner (palomas). Los reflejos constituyen la respuesta neural más simple de todas, su extrapolación es reduccionismo en su más pura expresión.

Con este panorama de sustentación es muy fácil comprender cómo, al no tener en cuenta los aspectos más profundos de las motivaciones esenciales del ser humano y trabajar exclusivamente a nivel de comportamientos (competencias), los resultados, aunque medibles y ponderables, no cuentan con el apoyo estructural, esencial, que los sostenga a mediano y largo plazo.


[1] Nietzsche, Friederich., Humano, demasiado humano, EDAF, Madrid, 1984.

[2] http://www.pwc.com/co/es/administracion-del-cambio-organizacional

[3] Max-Neef, Manfred., Desarrollo a escala humana, Icaria, Barcelona, 1994.

[4] Becker, Gary., El capital humano, Alianza, Barcelona, 1983.

[5] Kahneman, Daniel., Judgement under uncertainity, Cambridge University Press; 1 edition (April 30, 1982)

[6] Ostrom, Elinor., Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action, Cambridge University Press, 1990.

[7] http://thinkexist.com/quotation/why-is-it-every-time-i-ask-for-a-pair-of-hands/1206105.html

[8] Skinner, B. F., Science and human behaviour, Walden 2, Free Press, 1965.

[9] Pavlov, I. P., The conditioned reflexes, Dover, New York, 2003.

martes, 14 de junio de 2011

La asamblea en la carpintería

(Material de estudio Cocrear)

Cuentan que en una carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión
de herramientas para arreglar diferencias. El martillo ejercía la presidencia pero la
asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y
además se pasaba todo el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que
también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que
sirviera de algo. Ante el ataque el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión
de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los
demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre
se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera perfecto. En eso
entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.

Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tomillo. Finalmente, la tosca madera inicial se
convirtió en un lindo juego de ajedrez. Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la
asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y
dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja
con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en
nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos". La
asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tomillo unía y daba fuerza, la lija
era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad. Se sintieron
orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos".

El Perro y el Conejo (... la miopía de lo aparentemente obvio...)

Tomado de: http://www.miriamortiz.es/TEXTOS/vElConejoYElPastorAleman.pdf


Esta es la historia de dos vecinos que eran buenos amigos y que decidieron comprarles a sus hijos sendas mascotas. Uno compró un conejo, mientras que el otro compró un cachorro de pastor alemán. El primero protestó pensando que el perro se comería a su conejo, pero el otro objetó diciendo que, al ser ambos cachorros, crecerían juntos y llegarían a hacerse amigos. Y así fue. Era normal ver al conejo jugando en el patio del perro y al revés.


Un día, el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia y dejaron al conejo en casa. El domingo por la tarde, el dueño del perro y su familia tomaban la merienda, cuando entro el pastor alemán a la cocina. Traía el conejo entre los dientes, muerto y todo sucio de tierra.


La primera reacción fue culpar al perro y enojarse con el. En pocas horas llegarían los vecinos ¿Que les iban a decir? Lo primero que se les ocurrió fue bañar al conejo y dejarlo bien limpito por lo menos para que los niños pudieran despedirse de el. Y así hicieron y lo dejaron en su casita del patio. Apenas llegaron los vecinos, oyeron a los niños gritar y uno de ellos fue corriendo hasta la casa cercana para contar lo que había sucedido: “!El viernes antes de irnos el conejo se murió y lo enterramos y ahora al volver lo encontramos nuevamente en su casita!”.


La historia termina aquí Lo que ocurrió después no importa. El gran personaje de esta historia es el perro que, sin haber hecho nada, cargo con toda la culpa. Imagina al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano a su amigo de la infancia. Después de mucho olfatear, descubrió su cuerpo muerto y enterrado. ¿Qué hizo El? Probablemente con el corazón partido, desencerró a su amigo y fue a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo. Sin embargo otra fue la historia imaginada a partir de la cual fue culpado...