jueves, 5 de mayo de 2011

Los juicios y las interpretaciones


Los Juicios y las Interpretaciones.


Una cuestión de perspectiva.





¡¡¡Papá, cómo es que te tomas esa cantidad de vino a las 7 de la mañana!!!

Sí, ese es mi preocupado hijo de 12 años y yo, su padre, el supuesto beodo matinal.

Nos habíamos levantado hacía unos minutos y mientras yo preparaba su desayuno, él apareció silenciosamente en la puerta de la cocina. Yo, sin advertir su presencia, hice una pausa y tomé esa copa grande de cristal de Bohemia, de 450 ml, en la que él me ha visto otras veces beber vinos blancos y rojos y vacié su contenido en mi garganta de un tirón.

En la copa, había preparado una mezcla de vitamina c en polvo disuelta en zumo de manzana, a su vez, aclarado con agua… El líquido resultante tenía un color asombrosamente parecido al del Riesling, el vino blanco alemán por excelencia. Había escogido la gran copa de Bohemia por su tamaño.

¿Qué sucedió en mi hijo? ¿Qué suscitó esa fuerte reacción emocional? ¿Cuántas veces en la vida, quedamos atrapados por esas cadenas de inferencias que nos hacen llegar a lógicas conclusiones a partir de evidencias distorsionadas?

Los elementos del juicio que suscita su preocupación son:

- Una copa grande de vino, frecuentemente utilizada para tal fin.

- Un contenido de color muy similar al del vino blanco.

- La acción de beberlo de un tirón y a las 7 de la mañana.

- Según la tele gringa, las personas que beben en la mañana, son alcohólicas.

¿Cuál habría sido su reacción si me ve beber el mismo líquido en un vaso normal? Quizás ni siquiera lo habría notado.

Frecuentemente nos apoyamos en la concatenación de elementos que parecen apuntar en una dirección determinada para darle fundamento a nuestros juicios y validarlos. Nuestros temores o preferencias, tienden entonces a subrayar la aparente dirección de nuestras observaciones y no nos damos cuenta de las conclusiones intermedias que vamos validando.

El problema, si no consideramos a fondo nuestros supuestos en el proceso, es que, con cualquiera de ellos que sea falso o incompleto, podemos llegar a conclusiones profundamente equivocadas que provocan reacciones emocionales, justificadas por nuestro juicio, carentes de sentido pero… absolutamente lógicas.

El gran reto es permanecer expectantes y atentos, sin identificarnos con nuestras tendencias enjuiciadoras. Saber que los juicios son, en el mejor de los casos, hipótesis de trabajo que tienen una relativa eficacia en ayudarnos con el mundo y sus exigencias. Que no son verdades, que no son el reflejo de una realidad incuestionable. Que son interpretaciones, opiniones, creencias, que dan valor subjetivo a nuestras experiencias, al universo que nos rodea y al ser de los demás.

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