jueves, 13 de septiembre de 2012

Los juicios anticulpa

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Cuando nos atracaron, íbamos por una pendiente empinada y agreste.  Acabábamos de hacer un descenso también muy abrupto y rápido y al final de la bajada, habíamos visto a dos hombres que corrían ladera abajo al otro lado de la montaña.  Ellos resultaron ser quienes nos robaron.

En medio de la subida, después de pedalear 10 minutos cuesta arriba, aparecieron de improviso, jadeantes, pistola en mano, cerrándonos el paso.  Después de encañonarnos y empujarnos hacia el rastrojo, comenzaron a insultarnos y a hacernos una serie de reclamos muy interesantes: “Marranitos hijueputas, nos pusieron a correr” decían y era como si justificaran una rabia contenida con esos reclamos e imprecaciones… era como si necesitaran crear una razón, interiormente, enfocada directamente en nosotros, para fortalecer y hacer específico su resentimiento, su odio… justificar así su necesidad de robar y, al declararnos culpables de su cansancio por la carrera, culpables de algo concreto que les molestaba, acallar su culpa.

Ahora que reconozco este mecanismo de manera tan evidente.  Tan evidente desplazamiento de una culpa que no existe para justificar la propia acción, el propio enojo y las acciones que de él se derivan, observo que en muchas situaciones de la vida he sido sujeto o ejecutor de similares sentencias.

En cierres de pareja sucede muy frecuentemente.  Adoptamos interpretaciones muchas veces complejas e inusitadas cuya única función es acallar una culpa inconsciente frente a una palabra mal dicha, frente a una decisión propia cuyo error nos cuesta reconocer, cuya responsabilidad nos cuesta aceptar.  Entonces, construimos una causa y su correspondiente sentencia que recae sobre el otro solamente porque necesitamos  tener una razón para el enojo, para la rabia, para el ataque.

Aunque fueran justificados el juicio y la sentencia, siempre tenemos la elección de ejecutarla o no.

Raisha pregunta: ¿Qué sucede si adoptamos la posición de considerar que lo que nos acontece, aún la vejación, es espejo y reflejo y oportunidad de aprendizaje? ... al menos, el enojo y el sufrimiento que impone el resentimiento sobre el corazón que lo anida desaparecen y es posible otra mirada.

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