Piñatas y corrupción.
Juan José Lopera,
MD, Máster PNL, Coach, Facilitador
Wilson García, excelente amigo y gestor cultural, me
comentó hace poco una metáfora que ha generado en mi muchas reflexiones. Juanjo,
me dijo de sopetón, yo creo firmemente que somos una cultura producto de la
piñata… Boom!! Qué imagen tan poderosa!
Recuerdo mi primera comunión. Nos preparábamos para la piñata y la excitación
crecía como un frémito que envolvía a madres y a niños por igual y nos generaba
una gran ansiedad. Éramos como
gladiadores que se preparan para saltar a la arena del coliseo. Algunas madres aconsejaban: Coja lo que más pueda mijito. No se deje quitar nada. Aproveche que es fuerte…
A mi, el festejado, correspondería dar el golpe de
gracia, propiciar la fractura definitiva a ese marranito de barro lleno de
sorpresas. Y allí estaba yo, ojos vendados, palo de escoba en mano, tratando de
golpearlo mientras era bamboleado de un lado para otro. De repente, uno de mis golpes produjo un
sonido inconfundible y comencé a sentir el confeti caer sobre mi cabeza. Asesté el golpe definitivo, me quité la venda
y tan gordo como era, me dejé caer sobre el montón de juguetes que ya estaban
en el suelo.
Lo había conseguido!
Agilidad, oportunidad, ventaja por tamaño… Era mío el botín! De repente empecé a sentir manos que se iban
colando bajo mi barriga, que me pellizcaban y empujaban, que me hacían
cosquillas, despojándome de todos y cada uno de los juguetitos y dulces que ya
eran míos mientras sus madres los azuzaban con gritos desaforados: Eso, métale la mano, quítele, empújelo, no se
deje!!!… Al cabo de pocos minutos, me levanté llorando por la ilusión
perdida.
Aunque había obtenido algunos juguetes, en un abrir y
cerrar de ojos y con métodos que yo consideraba injustos y desconsiderados
(aunque yo mismo, en otras fiestas, los había utilizado con relativo éxito), lo
había perdido casi todo. No nos suena conocido?
Un botín que cae del cielo, que se consigue a golpes de garrote, un contexto en el que casi no existen las
reglas y que permite diversas agresiones para lograr obtener la ganancia, animados
por padres y adultos.
A cuántas piñatas asistimos cuando niños? Yo, por lo menos, a unas 20… Cuánto de las
piñatas y el comportamiento que validan, impregna nuestra cultura, nuestras
interacciones cotidianas? El irrespeto
al turno, a la precedencia, la competencia desleal, el apropiarse de lo que se
dejó olvidado, la corrupción, los embotellamientos de tráfico, los crímenes
fiscales y medio ambientales, la falta de responsabilidad ante nuestros propios
actos… la mano soterrada que busca o crea la oportunidad para sustraer lo que
no le corresponde.
El caso es que las piñatas en la actualidad, se
practican en países como Colombia, México, El Salvador, Honduras, Nicaragua,
Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Paraguay.
Todos, países con altos índices de corrupción y violencia. Durante muchos años se practicaron en el Asia
y Europa pero desaparecieron de manera progresiva a medida que la estructura de
valores y las normas de convivencia propendían por una consciencia más
solidaria y equitativa. ¿Es casualidad?
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