lunes, 27 de agosto de 2012

¿Enlatados en desarrollo humano?


Es viernes 4p.m. suena el teléfono.  Una voz de mujer se escucha:
-Buenas tardes, soy gerente de gestión humana en una mediana empresa, me han recomendado muy bien su trabajo.  Necesito para el lunes en la mañana una propuesta para un taller de 2 horas en fortalecimiento de equipo y comunicación serán 62 personas; el taller es para el próximo martes a las 6 p.m…
-¿Me puede dar antecedentes del equipo, perfiles, objetivos inmediatos y a mediano plazo del trabajo que se realizará? Pregunto.
- Pues nada, lo que le digo, es un grupo de gente que debe coordinar acciones, tienen grandes dificultades de comunicación, resentimientos y muchas veces se encuentran en ciudades diferentes.  Queremos que eso cambie.
- ¿Con una sola intervención de 2 horas?   - Sí, no tenemos más presupuesto…
Para un gerente de producción es claro que las materias primas necesitan un proceso concreto que las convierte en producto terminado; se elaboran, se ensamblan con otras, se someten a pruebas y controles de calidad, se empacan,  embellecen y  finalmente, se venden.  Hay un concierto de acciones concatenadas y complementarias que van depurando el producto y preparándolo para la entrega.
¿Por qué es tan difícil considerar que en el ser humana también se requieren procesos?  Es cierto que algunas intervenciones puntuales tienen un gran efecto en los grupos, lo llamamos motivación inicial, efecto Alka Seltzer o efecto Luna de Miel.  Luego del taller, movidos emocionalmente, los trabajadores llegan al lugar de trabajo y, en realidad, hay un clima bastante mejor que dura, a lo sumo … un par de días.  Fácilmente, sin embargo, vuelven a los esquemas de relaciones previos a la intervención y surgen las mismas dificultades.
Este modelo es bien conocido en las empresas y lo peor es que el afán por hacer, por realizar intervenciones, muchas veces desarticuladas y sin una coherencia ni un alineamiento claro, nos deja con una colcha de retazos que poco sirve.
¿Por qué? Porque no hay un proceso de seguimiento, de anclaje profundo de los nuevos comportamientos.  Porque se responde a un movimiento emocional de motivación que no tiene continuidad.
El ser humano sostiene sus comportamientos desde los hábitos y las costumbres, éstas, a su vez, se apoyan en las creencias y los valores que definen su ser.  Las creencias y los valores fundamentales de una persona, sus costumbres, relaciones y cultura, tienen una fuerza muy importante que se encarga de mantener dichos comportamientos y es allí desde donde se debe comenzar para construir cultura.
Las intervenciones puntuales tocan sólo la superficie, el dominio del hacer y si no se alimentan y acompañan para que las raíces de los nuevos comportamientos lleguen hasta un nivel de mayor profundidad, sus resultados serán efímeros y dejarán una clara sensación de fracaso a mediano y largo plazo.  Además, cada equipo, cada empresa, cuenta con escenarios y necesidades particulares que deben ser tenidas en cuenta en el diseño del programa.  Un producto genérico no las cubre.
En desarrollo humano, el modelo de enlatados, de Fast Food, no funciona.  Son recursos y tiempo perdidos.